Gustavo Adolfo Bécquer


El poeta romántico por excelencia, el autor de las inmortales RIMAS y de una serie de LEYENDAS, no por menos breve más exquisita, vino al mundo en Sevilla, un 17 de febrero de 1836.

Aunque sus apellidos auténticos eran Domínguez Bastida, ha pasado a la posteridad, como su hermano Valeriano, y su padre, pintores ambos, con el apellido Bécquer, por proceder de una familia holandesa de la aristocracia, cuyo arribada a Sevilla se remonta a finales del siglo XVI.

Clan numeroso los Domínguez Bastida, Gustavo Adolfo fue el quinto hermano de los ocho hijos que tuvo el matrimonio, quedando huérfano de padre a la temprana edad de cinco años y de madre a los once.

A la muerte de su madre, los hermanos se ven repartidos con mejor o menor suerte. Gustavo Adolfo le corresponde a su madrina, y como había dejado el colegio de San Telmo, después de pasar por el de San Antonio Abad, porque lo cerraron, su madrina, mujer acomodada, culta, y poseedora de una extensa biblioteca, le deja campar a sus anchas sin ningún tipo de presiones. Eso, por espacio de dos años, luego, luego, en vista del carácter bohemio del muchacho, determina ingresarlo en el taller pictórico de Cabral Bejarano, en el que realiza sus primeros pinitos como pintor, no siendo aquela labor demasiado destacada, ni siquiera cuando abandona el primer Estudio, por el de su tío Joaquín, bajo la influencia de su hermano Valeriano.

Mas a Bécquer le gusta escribir poesía y en 1855 marcha a Madrid, henchido de sueños de gloria, después de romper por esta causa, con su madrina y sponsorizado con los 30 duros que le entrega su tío Joaquín.

Vienen entonces años de penurias y estrecheces . En 1855, fallece víctima del cólera Manuela Monehay, su madrina, y entre 1857 y 1858, Gustavo Adolfo empieza a publicar su Historia de los Templos de España.

Escribe también teatro con el seudónimo de Adolfo García, conjuntamente con su amigo García Luna. Y en 1858 contrae la enfermedad que le llevará a la tumba.

Tuberculoso, romántico enamorado de mujeres rayo-de-luna, conoce la gran pasión de su vida bajo el nombre de Julia Espín, su musa rubia, y bellísima por lo inaprehensible. La ve asomada a un balcón y se enamora de ella; muy propio de la época en la que le tocó vivir.

En 1851, el 19 de mayo, se casa con la joven Casta, con la que tiene tres hijos. Pero la infeliz no debe ser una mujer rayo-de-luna, porque el matrimonio naufraga y se separa, marchándose entonces Bécquer con su hermano y los dos hijos mayores, vivían en Noviercas, a Toledo.

En 1869 a Gustavo Adolfo, le proponen dirigir La Ilustración de Madrid, y su hermano entra también en la redacción. Ilusionados, van a la capital, no obstante, su buena suerte dura muy poco; en septiembre fallece Valeriano Bécquer, y su hermano le sigue en diciembre de 1970 a la edad de 34 años, aunque unos meses antes ya se haya reconciliado con su esposa que vuelve a vivir con él.

Las viudas de los poetas recuerdan mucho a las antiguas viudas hindúes, bien que las primeras no acaben en la pira funeraria junto con el cadáver, según era tradición para con las segundas, más el abandono y la miseria suelen ser, o solía serlo, la única herencia que perciben. En el caso de la viuda de Bécquer, todo hubiera ido por el mismo camino, de no mediar los amigos del poeta que costearon la edición de sus obras póstumamente, para que la desdichada familia pudiese levantar cabeza de alguna forma.

Gustavo Adolfo Bécquer publicó en vida una cuarta parte de sus RIMAS, y murió con la certeza de que iba a ser leído mucho más cuando ya no fuese de este mundo, última esperanza de aquellos que fallecen sin haber conseguido el éxito con el que soñaban y por el que tan duramente lucharon. En su caso, afortunadamente, Bécquer sigue de plena actualidad y ya tiene, allí donde se encuentre, la merecida gloria que ansiaba alcanzar como poeta y como escritor de prosa, aunque también fue ocasional periodista y escritor de cartas literarias, Desde mi celda, y otras.

No podemos afirmar que su obra sea muy extensa, pero si que es perfecta. Sus famosas RIMAS son música hecha con versos y en ningún momento cansan ni podemos decir que hayan pasado de moda y por ello suenen arcaicas o cursis, como por desgracia sucede con poetas antiguos y no tan antiguos, y en cuanto a sus LEYENDAS, dentro de la mejor tradición gótica, El Monte de las Ánimas, y La "rosa de pasión", sólo son dos exponentes entre varios.

Cabe suponer como hubiera sido de numerosa y admirable la obra de Gustavo Adolfo Bécquer, de haber vivido éste una dilatada existencia.
 
 

© 2000 Estrella Cardona Gamio

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